ALEJANDRA Y EL REINO DE LOS SUEÑOS
Alejandra es una niña de 10 años que vive en Madrid. Es morena, de ojos grandes, muy simpática y siempre está con sus libros. Se pasa mucho tiempo sola en casa porque sus padres trabajan, así es que siempre está leyendo algún libro nuevo que le transporte a un mundo diferente, donde siente que está con sus amigos y se lo pasa genial.
Una noche estaba en la cama leyendo y sucedió algo asombroso… De repente la cama se movió y ¡todo empezó a dar vueltas! Cuando por fin todo volvió a su sitio se dio cuenta de que aquello no era su habitación, estaba en su cama en medio de un precioso bosque. Oía a los pájaros cantar, el agua correr por el río, el sol se veía a través de las hojas de los árboles y animales… muchos animales comenzaron a llegar. Primero la miraron los sapos desde la charca, luego fueron los monos los que se quedaron sentados en las ramas que cubrían el cielo sobre su cabeza, y así todos los animales que se encontraban a su alrededor. Hasta que por fin escuchó una voz que la llamaba, era hermosa, pero no sabía de dónde procedía. De nuevo la misma voz la llamó:
- Alex, ¡por fin has llegado! Llevábamos esperándote muchísimo tiempo, ¡te necesitamos!.
Alejandra por fin descubrió que la voz procedía de una ardilla, una pequeña criatura situada a sus pies.
- Hola pequeña, ¿cómo te llamas?
- Me llamo Sam, soy una ardilla del Reino de los Sueños.
- ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Por qué necesitáis mi ayuda?, preguntó Alex sorprendida.
- Eso ahora no importa, el Reino está en peligro, te necesitamos. Hasta hace unos días todo era mágico, vivíamos felices todos juntos en el bosque, en paz. Pero el mago malvado Patricio nos ha arrebatado todo, mi familia ahora es prisionera, todo nuestro pueblo es preso de ese malvado y este es el único rincón que nos queda para vivir, el resto del bosque está invadido por los secuaces del mago. Nuestra reina Dena os espera, sois la única salvación que le queda a nuestro pueblo.
Alex comprendió todo en ese momento, ¡era su historia!. La que siempre había dibujado, la que leía antes de dormir, sobre la que soñaba cada noche. Entonces supo que la ardilla tenía razón, solo ella podía recuperar la paz. Para ello necesitaría ayuda de sus amigos, los seres que siempre aparecían en sus cuentos y que por fin estaban a su lado de verdad, y mucha valentía. Tendría que enfrentarse al mago Patricio.
Los demás animales, que habían estado escuchando todo, se acercaron a saludarla. Ahora si que se acordaba de cada uno de ellos, todos aparecían en sus cuentos y hoy estaban junto a ella.
- ¡Contad conmigo!, gritó Alex. Juntos podremos recuperar vuestro hogar.
Se dispusieron a andar hacia el castillo de la Reina, que estaba custodiado por el ejército del malvado Patricio. Por el camino Alex estuvo hablando con todos los animales, ahora que estaba con ellos se sentía tremendamente feliz.
Le hablaron del Reino de los Sueños, de sus calles, de sus hermosas casa y fuentes, del pozo de los sueños, …
Entonces, mientras hablaba con el ratoncito Gus, tuvo la idea perfecta:
- Yo puedo reescribir vuestra historia, necesito vuestra ayuda pero creo que si logro llegar al pozo y lanzar mi historia puedo cambiar todo lo que ha ocurrido. Ese pozo es mágico, lo leí en un cuento hace algunas noches, me lo contó mi padre antes de acostarme para dormir. Además, ellos estarán ocupados pensando que vamos a luchar, seguro que tienen bien protegido el puente para entrar al castillo, y además no son tan astutos como nosotros.
- ¡Viva, viva!, gritaron todos juntos. Es una gran idea.
- Sam sabía de la existencia del pozo, pero no estaba seguro de que una niña tan pequeña pudiera cambiar la historia de sus vidas.
Y así fue, Alex fue escribiendo una a una las historias de todos los habitantes del reino, de tal manera que nunca existiría el mago Patricio, sino Patricio el panadero del Reino de los Sueños.
Tenían que llegar al pozo y como bien habían pensado, estaba desprotegido. Los animales saltaban de alegría pues el gran mago había desestimado el poder de las letras. Se colocaron delante de él y cuando se dispuso a tirar la nueva historia no pudo, había algo que le impedía arrojarlo dentro. Entonces comenzaron a brillar unas letras del color del oro que recitaban: "Solo una niña inocente, que lleve de la mano un alma dispuesta a sacrificarse por los demás podrá traspasar la burbuja".
Fue entonces cuando un pequeño conejo con sombrero de paja se acercó:
-Yo me sacrificaré por vosotros, al fin y al cabo sois mi familia. Mis hijos son presos del mago y mi único deseo es que ellos sean libres y felices junto a su madre.
- ¿Como te llamas valiente?, le preguntó Alejandra.
- Me llamo Cosmos, y no soy valiente. Pero esta vez quiero serlo, quiero hacer algo por los demás sin esperar nada a cambio, mi muerte servirá para que mi pueblo se recupere de esta espantosa pesadilla.
- En ese caso, dejaré que vengas conmigo, dijo Alex. Pero antes quiero decirte que los valientes no son aquellos que no tienen miedo, sino aquellos que se enfrentan a todo aun teniendo miedo. Todos le hablaremos de esto a tu familia, sabrán que es gracias a ti, y estarán súper orgullosos de ti siempre.
Alejandra le cogió de la mano y cuando estaba a punto de soltar la historia el conejo desapareció entre polvo de hadas.
Todos sabían que aunque pronto todo volvería a la normalidad, Cosmos no estaría allí para verlo. Todos los animales estaban desconsolados, había sacrificado su vida por los demás.
De repente una luz que caía desde el cielo iluminó el castillo, todo empezó a dar vueltas muy deprisa hasta que cayeron al suelo. Cuando todo se paró se dieron cuenta de que el Reino estaba salvado, todos los habitantes que estaban presos salieron del castillo.
Alex había salvado al pueblo, ya podía regresar a casa. Antes de que pudiera despedirse todo empezó a girar muy deprisa… y de repente, ¡ploff! ¡estaba en casa!. Estaba en su habitación, en la cama, todo parecía haber sido un sueño.
- Qué bonito sueño, pensó. Papá ya me dijo que si seguía leyendo tanto los cuentos serían parte de mi vida, y tenía razón.
La puerta de la casa sonó, ya estaban los papis en casa. Su padre entró como de costumbre a la habitación para ver a su pequeña. Alejandra estaba emocionada, este momento era el más feliz de todos sus días, cuando venían sus padres a casa.
- ¡Papá!, gritó emocionada Alejandra.
- ¡Pequeña, que ganas tenía ya de verte!, exclamó. Mira cariño, te he comprado algo.
- ¿Qué es papá?
Cuando Alex abrió el regalo no podía creérselo. ¡Era Cosmos!
Fuente: Elaboración propia